Tregua Navideña: A liberar rencores

“Confieso el maravilloso encanto que tiene para mí la navidad y el extraordinario respeto y espiritualidad que me inspira la Noche Buena. Creo que es una fecha especialmente significativa para despojarnos de rencores y abrirnos a la reconciliación con quien estemos en conflicto”.

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Para muchos, diciembre es el mejor mes del año, porque significa el cierre de un ciclo y el inicio de otro, pero sobre todo, al menos para mí,  por el espíritu navideño y en especial el que nos envuelve en la  Noche Buena.

Sin embargo, hay que decir que para otros muchos, diciembre, es el mes del caos vehicular, las aglomeraciones y el descalabre económico. Y para estos no hay espíritu navideño, sino espíritu del comercio, porque consideran que este, el comercio, aprovecha para vendernos la navidad como una festividad especial en la que casi que por obligación, tenemos que gastar más dinero, en ropa, bebida y comida.

Y tiene razón en cuanto a que el comercio no pierde oportunidad para hacer negocio, pero en cuanto al espíritu navideño yo creo que son menos los escépticos, que aquellos que si creemos en el espíritu de la navidad, incluso sin incluir en estos a los católicos.

Hago la puntuación porque hay quienes creen que el espíritu navideño, es un sentimiento o una corriente exclusiva de los cristiano y no es así.

El Diario El País, de España, publicó en una ocasión un artículo sobre el espíritu navideño en el que lo definía como una tradición proveniente de los países nórdicos, y la describía como una energía que se origina en el centro del sistema estelar y que cada año trae consigo paz, amor, armonía, alegría, prosperidad para los seres humanos.

Precisaba además el artículo que quienes creen en esta corriente suelen realizar rituales de limpieza, purificación y agradecimiento, con el fin de recibir todas las energías positivas que llegan junto al espíritu de la navidad y desechan las negativas. También hacen cenas, encienden velas con el objeto de que el espíritu de la navidad traiga paz en los corazones, amor,  armonía, prosperidad y bienestar a la humanidad.

Particularmente como lo dije al principio, yo creo en ese espíritu de la navidad y soy un convencido de la energía positiva y la paz interior que nos inspira a quienes creemos en ella, sin cuestionar el origen de su procedencia ni el Dios que nos las inspire.

Hay un ejemplo contundente de ello y fue lo que ocurrió la noche del 24 de Diciembre de 1914 en plena primera guerra mundial, cuando los soldados alemanes e ingleses fueron invadidos por el espíritu de la navidad y dejaron de matarse entre ellos por unas horas, para compartir juntos aparcando el odio irracional de la guerra.

Los detalles que antecedieron y rodearon ese emotivo hecho se lo cuento en la crónica que podrán leer a continuación.

Tregua Navideña: A liberar rencores

El 24 de diciembre de 1914, durante la primera guerra mundial, un par de soldados del ejército Alemán se asomaron desarmados sobre sus parapetos y gritaron a los soldados ingleses contra los que combatían:

– Feliz Navidad –

Segundos después todos los soldados de ambos bandos que apenas hacía unos minutos se mataban entre sí, salieron desarmados de sus trincheras e intercambiaron sus buenos deseos y las pocos provisiones que les quedaban.

Confraternizaron en tierra de nadie en medio de los cuerpos inertes de otros combatientes a quienes ellos mismos habían eliminado bajo el fragor irracional de la batalla.

La historia cuenta que se realizó una ceremonia religiosa en la que muchos de esos cadáveres fueron sepultados con soldados de ambos frentes llorando a los caídos. Al final todos disfrutaron de la paz de la Nochebuena cantando villancicos, en especial Noche de Paz

Noche de paz

noche de amor

todo duerme alrededor

entre los astros que esparcen su luz

viene anunciando al niño Jesús

brilla la estrella de paz!

brilla la estrella de amor!

Fue la tregua más emotiva e impactante que ha existido en toda la historia bélica de la humanidad porque se realizó pese al desacuerdo de los altos mandos militares, que nada pudieron hacer para impedir el deseo de los soldados de recibir la Nochebuena, acallando el grito de odio de las armas, para escuchar solo el elocuente silencio de los sentimientos.

Treguas como esa se realizaron posteriormente en otros frentes de batallas y en otras guerras, a pesar de las estrategias implementadas por los altos mandos militares para que esto no volviera a ocurrir, como ordenar bombardeos de la artillería en víspera de las festividades navideñas, o rotar las tropas por los diferentes frentes para evitar que se familiarizara con el enemigo.

Sin embargo ninguna de esas medidas fueron suficientes para derrotar el espíritu navideño que las motivó, porque a la de 1914, le siguieron otros armisticios que si bien no fueron trascendentes, algunos alcanzaron relevancia, como el que se llevó a cabo en las pascuas de 1916 y el de la batalla de Stalingrado, 30 años después, en la segunda guerra mundial.

No encontré ninguna reseña histórica que atribuyera a una motivación  distinta que al espíritu de la navidad, la razón por la cual los soldados en guerra propusieran hacer estas treguas los 24 de diciembre, el dia de la Noche Buena y no cualquier otro día del mes.

Confieso el maravilloso encanto que tiene para mí la navidad y el extraordinario respeto y espiritualidad que me inspira el 24 de diciembre, como fecha especialmente significativa para despojarnos de rencores y abrir nuestra mente y corazón a la reconciliación.

Es por eso que, emulando a los soldados alemanes e ingleses, les propongo que en estas navidades, hagamos una tregua en los conflictos que tengamos con nuestros familiares, amigos o  compañeros, pidiendo perdón por los errores cometidos y aceptando el perdón de quienes nos hayan ofendido.

Soy un convencido que la solución de los pequeños conflictos evitan las grandes batallas y que una mano tendida a la reconciliación es el primer paso para aclarar malos entendidos, diferencias, desacuerdos, enfrentamientos y  pequeños odios que a la larga llevan a la destrucción de una relación.

Son muchas las veces en la que una disculpa no ofrecida a tiempo es un detonante para hacer estallar viejos desacuerdos que no hemos aclarado en su momento, porque en la mayoría de los casos creemos que debe ser el otro quien pida perdón.

Emulemos también en eso a los soldados alemanes de 1914 y seamos cada uno de nosotros los primeros en abandonar nuestra trinchera, eso sí, para siempre y pidamos perdón a quien tengamos que pedírselo, para dejar así el corazón libre de agobios y resentimientos y recibir en paz con nosotros mismo la Nochebuena.

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